Ahora solo puedo ver tus pies, cerca de mi, naciendo, desde el tobillo, recodo de humanidad sencillo y sensual. El empeine cayendo suave, deslizaándose.
Debajo de la piel se adivinan los vasos, arterias y venas que le permiten ser. Nacimiento de la safena, a través de la piel, tu piel, que es la mía pero te cubre a ti. La veo suave y bonita.
Tus dedos son una gracia, un chiste natural, alegres y pensadores. Todo en ti es pensante. El vello fino de tus pies también habla, rebosas vida por los poros, hasta de las pequeñas pero firmes uñas implantadas...
Ahora te miro y me río; toda posible inspiración se esfumó como vino; en breves instantes llegaré a tu tobillo (aquí mismo) y tú no lo sabes, y cuando leas esto... será tarde: mi mano habrá transmitido una sensación amplificada, modificada por este tiempo de meditación que lo convertirá en una fiesta improvisada.